Por Carolina Gentil y Flora Bitancourt, Co-fundadoras Socialab Brasil & Matías Rojas, Director Ejecutivo de Socialab Global
La transformación empresarial será una búsqueda de directores y accionistas buscarán, pero esta será hacia el triple impacto y el desarrollo sostenible. Los líderes en las organizaciones serán conscientes de su impacto en las comunidades y en la sociedad, y trabajarán para que no sólo las áreas de RSE o marketing se hagan responsables, sino para que la respuesta sea desde los estatutos y el core de su empresa.
En marzo del 2021 ocurrió un hecho que marca un antes y un después para el mundo del triple impacto y las Empresas B: Emmanuel Faber, el CEO de Danone – casa matriz de marcas como Actimel, Alpro y Evian- fue removido de su cargo por el directorio tras siete años liderando uno de los gigantes mundiales de consumo masivo. Esto después de las presiones de los accionistas, impacientes por el bajo desempeño financiero de la empresa en los últimos años en comparación con sus competidores más cercanos como Unilever y Nestlé.
La transformación empresarial había sido un horizonte para Faber, quien durante su liderazgo, se destacó por impulsar una forma más sostenible para el desarrollo de la compañía, reduciendo el packaging, desarrollando marcas saludables y tomando un rol activo a favor del medioambiente y las personas bajo el lema “One Planet, One Health”, entre otras acciones.
Este hecho marca un punto de quiebre entre el decir y el hacer, ya que a pesar de que gran parte del mundo empresarial está convencido y pregona sobre un cambio de rumbo hacia una economía más amigable con el medioambiente y la ciudadanía, uno de los mayores exponentes del triple impacto fue abatido a manos de accionistas “de corto plazo”, demostrando que el camino para lograr una empresa de triple impacto positivo es aún un camino difícil de recorrer hasta para los más grandes. Incluso cuando sabemos, según cifras del Institute for Business Value, que el 57% de los consumidores cambiarían sus hábitos de compra para reducir el impacto ambiental, y que un 71% estaría dispuesto a pagar “marcas premium” a empresas que lo provean. Esto, ya que si bien el porqué está claro, el ¿cómo y qué hacer para lograr el triple impacto? sigue siendo un terreno desconocido.
Según YSB, transformarse en una empresa impulsada por el propósito tiene beneficios que van más allá del impacto social:
Pero ¿por qué fallan estas estrategias de transformación empresarial?
En la actualidad, es una práctica común que empresas contraten equipos grandes y costosos hasta bajo el liderazgo del mismo CEO para lograr el compliance social y ambiental sin mermar la rentabilidad económica, pero esta estrategia generalmente termina en fracaso.
Hay muchas razones para explicar estos fracasos, como la incapacidad de desarrollar y fijar métricas de éxito, la resistencia a colaborar con entidades externas, el bajo apoyo de los liderazgos de la empresa, o incapacidad de trabajar coordinadamente entre distintas áreas. Pero si tuviéramos que elegir la más relevante, sería que las empresas están buscando las soluciones en el lugar equivocado.
¿Dónde están las soluciones para la transformación empresarial?
¡Afuera! Es así de simple. La mayor parte del tiempo las soluciones de calidad que exigen menor tiempo de implementación tienden a encontrarse fuera de la organización o fuera del core business, en manos de innovadores y startups que además, están buscando recursos para escalar su impacto. En algunos casos estas soluciones también están en la cabeza de posibles intra-emprendedores que si corren la suerte de escuchar, deben contar además con un músculo de innovación mucho más grande para sacar adelante un spin off con una nueva gobernanza, una apuesta bastante arriesgada pero que también puede dar grandes frutos.
Es allí donde la Innovación Social Corporativa (ISC) cobra sentido. Una herramienta y un mindset que en palabras sencillas es “el desarrollo de productos o servicios económicamente rentables y que generen impacto socio ambiental medible a sus públicos de interés”.
La Innovación Social Corporativa, funciona a través de distintos mecanismos de baja inversión como hackatones, scouting de soluciones y/o espacios colaborativos, inversión media tales como convocatorias de innovación abierta y/o bootcamps de aceleración y aquellas inversiones de alto valor, entre las que podemos encontrar aceleradoras corporativas, company builders o adquisición de startups. Si bien cada uno implica tiempos, costos y focalización distintas, todos obligan un esfuerzo sistemático y a largo plazo ya que si bien no es una fórmula asegurada para el éxito, nos da una hoja de ruta de desarrollo para maximizar las probabilidades de éxito.
En el futuro tenemos que seguir puliendo los mecanismos que nos permitan desarrollar o integrar soluciones reales, de impacto medible y económicamente rentables en el largo plazo, porque si bien las intenciones y el propósito son necesarios, no son suficientes si no están acompañados de mecanismos eficientes y de valor comprobable para la empresa que les permitan transitar hacia modelos de negocios donde el impacto socio-ambiental se pondere igual al valor económico.
Esperemos que el caso de Faber sea sólo un paso en falso hacia la evolución y transformación empresarial, buscando un compromiso mayor con el triple impacto, y que sea un aprendizaje para todos los que vemos en las empresas un motor de desarrollo económico, social y ambiental.
Es en este camino que desde Socialab entendimos que para ser una red de solucionadores de problemas, tenemos que sumar no sólo creativos y emprendedores, sino también a líderes comprometidos con la transformación empresarial. Líderes que quieran conectar con startups de impacto para mejorar sus procesos y alcanzar un triple impacto desde su negocio.
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